Bicentenario: Doscientos años y tanta historia por contar – Desafios Educativos

Bicentenario: Doscientos años y tanta historia por contar

El 9 de julio de 2016 no es una fecha como cualquier otra en el calendario. ¿Por qué? Ese día se cumplen nada menos que 200 años de historia argentina. Dos siglos completos como país soberano e independiente, capeando nuestras diferencias y reconciliándonos con la cultura que habita estas tierras. Pero el proceso independentista no empezó en julio de 1816, sino años atrás, gracias al heroísmo de los denominados revolucionarios de mayo y la gesta bélica liderada por el Gral. José Francisco de San Martín.

Varios gobiernos se sucedieron desde 1810: La Junta, la Junta Grande, el Primer y Segundo Triunvirato y el Directorio gobernaron  a nuestro país desde 1810 hasta 1820. La consecución de distintas formas de gestión es prueba cabal de las rispideces existentes entre los distintos artífices de la independencia patria.

La Revolución de Mayo puso de manifiesto la multiplicidad de intereses y conflictos entre las diferentes regiones del virreinato. La guerra contrarrevolucionaria abierta en varios frentes – Alto Perú, Banda Oriental, Paraguay y Córdoba- daba cuenta de que no todos los pueblos del interior adherían al proyecto gestado desde Buenos Aires.

A la lucha contra los realistas, se sumó el reclutamiento masivo de hombres para sostener los ejércitos, acelerando en gran medida el proceso de militarización de la sociedad que se estaba dando desde los primeros años del siglo XIX.

La resistencia contra los realistas, dio nacimiento a nuevas figuras, como es el caso de José Gervasio de Artigas, en la Banda Oriental, y la de Martín Miguel de Güemes, en las provincias del norte. Asimismo se fueron plegando otros hombres que serían fundamentales en el proceso independentista.

La idea de revolución e independencia sostenida por Mariano Moreno durante el primer ciclo de la revolución fue acallada por el accionar de los grupos más conservadores liderados por Cornelio Saavedra. La Junta Grande que se había formada a partir de la incorporación de los diputados del interior, debió ceder paso al Primer Triunvirato que decidió continuar con la guerra revolucionaria. Los morenistas -reunidos en la Sociedad Patriótica- se enfrentarían tenazmente, a partir de entonces, a quienes se opongan  a la revolución.

Ante las vacilaciones sobre el desarrollo de la gesta independentista y coincidiendo con las ideas de la Logia Lautaro, instalada en Buenos Aires a partir del arribo de José de San Martín y Carlos María de Alvear, la Sociedad Patriótica promovió un nuevo cambio de gobierno.

Luego que se asentara el Segundo Triunvirato, se convocó a una reunión de representantes de las ciudades de todo el virreinato con la idea de proclamar la independencia de España. Frente a la reunión de la Asamblea, se cristalizaron evidentes las diferencias de ideas e intereses de las distintas regiones, en especial las de los hombres de Buenos Aires y los de la Banda Oriental.

El proyecto político de Artigas era resistido por los hombres de Buenos Aires y fue combatido a tal punto de ver en Artigas un enemigo de los intereses porteños. Sin la diputación oriental en la Asamblea y sin la presencia de representantes de otras regiones, se acordó postergar la declaración de la independencia.

En la Asamblea del Año XIII participaron representantes de casi todas las provincias, exceptuando a las Litoral, que resolvieron ausentarse por las diferencias de ideas que sostenían con los referentes de Buenos Aires.

La Asamblea del Año XIII suprimió a través de su obra los símbolos de dependencia con España y creó distintivos del nuevo Estado, a pesar que éste aún no nacía. No logró declarar la independencia, pero sí realizó una importante obra como decretar la “libertad de vientres”, que establecía que todos los hijos de esclavos que nacieran en adelante serían libres. También otorgó la libertad de prensa, eliminó los títulos de nobleza y estableció la lírica compuesta por Vicente López y Planes como Himno oficial.

Hacia 1815, Napoleón había sido derrotado y la guerra en España llegado a su fin. La revolución en América corría peligro, ya que Fernando VII –el Rey que había estado prisionero- envió ejércitos a América para recuperar sus antiguas colonias. Varias regiones a partir de entonces comenzaron a pensar que perderían la posibilidad de ser libres. Era tiempo de tomar decisiones. Por ese motivo el nuevo gobierno de las Provincias Unidas – el Directorio dirigido por Álvarez Thomas – convocó a una reunión de representantes.

En un contexto por demás difícil, el 9 de julio de 1816, el Congreso declaró la independencia. Reunido en la ciudad de San Miguel de Tucumán, estableció que las Provincias Unidas del Río de la Plata – nombre que habíamos adoptado –  se declaraban independientes de España y de toda otra Nación extranjera. A partir de entonces éramos libres de España, pero aún debíamos resolver quién iba a gobernar al nuevo país: se pensaba en la posibilidad de que fuéramos dirigidos por un rey o en la de constituirnos como una república y ser gobernados por un representante con funciones semejantes a las de un presidente. Ésta y otras decisiones quedaron pendientes y por varios años la divergencia de opiniones derivó en que las provincias se enfrentaran entre sí para imponer sus proyectos integrales.

Si bien hubo acuerdo de los representantes presentes en cuanto a la independencia, aún faltaba determinar la forma de gobierno que asumiría el nuevo país y elaborar una constitución que consolidara las bases del nuevo Estado.

Nuestra independencia no estaba asegurada hasta que toda América fuera libre, por lo que debía asegurarse la libertad de otros pueblos. En enero de 1817, José de San Martín inició un plan que incluía la liberación de Chile  y Perú.  Para lograrlo, realizó el histórico cruce de la cordillera de Los Andes.

Sin embargo, la formación y consolidación de un Estado independiente fue y es una tarea que diariamente representantes y representados llevamos adelante conjuntamente. La independencia no es meramente una proclama formal, sino que es parte de la identidad sociocultural que constituye a un pueblo. Afianzar nuestro consenso como nación es una obligación que cada argentino debe desempeñar con responsabilidad y a consciencia.

Trivia

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