Grecia y Roma – Desafios Educativos

Grecia y Roma

El Mediterráneo fue el escenario natural que unió a los diferentes pueblos de la antigüedad. Fue también, el lugar en torno al cual se han desarrollado grandes civilizaciones que pueden ser consideradas como las iniciadoras de la cultura occidental. El legado cultural de estos pueblos, en especial de griegos y romanos, llega hasta nuestros días. El desarrollo cultural de estos pueblos marcó la historia de Europa, transcendiendo aquel continente y llegando a casi todo el occidente cristiano.

 

¿Cuál es el legado de las antiguas civilizaciones?

El estudio y el conocimiento de las civilizaciones de la antigüedad nos permiten comprender importantes elementos de nuestra vida actual. El desarrollo de importantes civilizaciones -como la griega y la romana- nos aportaron las bases de las formas de intercambio, las instituciones políticas, las ideas, las creencias y las formas de vida.

Los griegos nos han legado los principios de la democracia y la ciudadanía, el teatro, la poesía y la historia, la filosofía, el avance de las ciencias (matemática, física, astronomía, entre otras) ciertos ideas como el de belleza, proporción. Debe otorgársele a los griegos el hecho de haber desarrollado una forma de explicar el mundo que los rodeaba a partir de la utilización de la razón. La filosofía, entendida como un conjunto de conocimientos que intentaba dar respuesta a los interrogantes que imponía el universo, se fue desarrollando dando origen a distintas disciplinas y ciencias. Es por ello que se considera que el origen de la ciencia se encuentra en la escuela de Mileto.

De los romanos hemos heredado las letras, las lenguas romances, las artes -arquitectura, pintura y escultura- las bases del derecho y junto a los griegos la retórica, la filosofía, el teatro y la poesía.

Si tomamos a la arquitectura como ejemplo, veremos que el aporte de los romanos en este aspecto fue importante, la construcción de edificios y obras públicas utilizando el arco, la bóveda y las columnas, dieron nacimiento a obras monumentales como los acueductos que se multiplicaron a lo largo de todo el imperio. En cuanto a la escultura, recibieron una fuerte influencia griega, son notables la realización de bustos y estatuas de personajes ilustres. Para la decoración de columnas y monumentos, los romanos introdujeron la utilización de bajorrelieves.

 

El surgimiento de los imperios

Un imperio es una unidad política. Los imperios de la antigüedad se caracterizaron por la incorporación de nuevos territorios a sus dominios, territorios que se controlaron utilizando la centralización política desde un centro geográfico o determinadas instituciones. En esta centralización radicó la debilidad de los mismos, ya que a medida que se fueron extendiendo territorialmente, fueron más difíciles de controlar y gobernar.

 

El imperio de Alejandro

Con el ascenso de Filipo II al trono de Macedonia comenzó una etapa de fortalecimiento de aquel pueblo e intervino en los asuntos internos de las ciudades griegas. Filipo comenzó a construir un imperio que se apoyaba en su importante ejército de mercenarios. Conformada la Liga de Corinto, éste fue reconocido su jefe. Tras la muerte de Filipo, Alejandro, su hijo, es nombrado rey de Macedonia comenzando un camino de conquistas que lo llevarán a dominar territorios de Asia y África  convirtiéndose en emperador de un vasto imperio.

Con Alejandro Magno -el Grande- la cultura griega se expandió, dando origen a la cultura helenística. En el año 323 a. C muere Alejandro con tan solo 33 años rompiéndose con su muerte la unidad del imperio.

 

La amenaza persa

El rey persa Darío tomó posesión de territorios de Asia Menor, poniendo en peligro las colonias griegas de la región. Los intentos de someter a las polis griegas de la región dieron origen a las denominadas Guerras médicas. Darío y su sucesor Jerjes invadieron las costas de Asia Menor, los griegos organizados en la Liga del Peloponeso, constituida por atenienses y espartanos.

El triunfo de la Liga sobre los persas generó nuevos conflictos. Atenas convertida en la ciudad más importante, encabezó la Liga de Delos. Una liga de carácter defensivo a la que las otras polis debían contribuir con el objetivo de eliminar la amenaza persa sobre las costas del mar Egeo.

A pesar del crecimiento y el poderío ateniense, las polis mantuvieron su independencia y no se logró la unificación política de Grecia. Esparta no se sometió al poderío ateniense y ambas Ligas -la del Peloponeso y Delos- se enfrentaron en las denominadas  Guerras del Peloponeso. El triunfo de Esparta significó la desaparición de la Liga de Delos.

 

El imperio romano

En el caso de Roma, el imperio se constituyó a partir de la concentración del poder en las manos del príncipe. Luego de Tiberio, sus herederos tomaron el título de emperador.

Entre los siglos I y II d.C., el imperio logró su máxima extensión geográfica y junto a los nuevos territorios adquiridos, también creció su riqueza. En tiempos de Augusto, Roma fue considerada la capital del mundo.

El imperio fue organizado en provincias y su unidad se mantuvo gracias a un proceso de romanización de la cultura. Con Dioclesiano se inauguró una nueva etapa, dividiéndose al imperio en dos para facilitar su administración. Hacia el siglo III d. C. se inició un período de anarquía militar que debilitó al imperio y colaboró a su caída.

 

Las guerras púnicas

Hacia el siglo III a.C. Roma y Cartago eran dos potencias en plena expansión. Ambas pretendían el control sobre el Mediterráneo. La primera guerra púnica duró más de veinte años, terminada la misma, Roma se quedó con el control sobre Sicilia y los púnicos (así llamaban los romanos a los cartagineses) vencidos.

Poco duró la paz, los cartagineses pretendían el control sobre España y avanzaron sobre el territorio estallando un nuevo conflicto e iniciándose la segunda guerra púnica. El jefe cartaginés, Aníbal derrotó al ejército romano en dos oportunidades, las fuerzas romanas se reorganizaron y luego de algunas derrotas lograron recuperar España. Los ejércitos romanos se dividieron en dos frentes: uno defendió el sur de Italia, que había sido ocupado por Aníbal, y el otro frente fue la propia Cartago. Esta invasión es la que provocó la retirada de Aníbal para defender su tierra. En la batalla de Zama, Aníbal fue derrotado. A partir de entonces Roma se aseguraría el control sobre el Mediterráneo.

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