“Chicos, no corran”: el dilema de los recreos accidentados – Desafios Educativos

“Chicos, no corran”: el dilema de los recreos accidentados

Según las estadísticas de una de las empresas de servicios de emergencias médicas que trabajan con instituciones públicas y privadas de la Capital y el Gran Buenos Aires, y que atiende este tipo de urgencias, la mayoría de los accidentes son leves (95% de los casos). En la lista de los más frecuentes están los traumatismos de cráneo (37%), los traumatismos de miembros superiores (32%) y las heridas cortantes (10%), mientras que el 21% restante pertenece a traumatismos de miembros inferiores y otros tipos de lesiones diversas.

«El año pasado atendimos 30.700 casos de niños accidentados por trauma, y de ese total de pacientes el 69% correspondió a llamadas de escuelas, lo que representa un universo de 21.120 niños del nivel inicial y primario -detalla Silvio Aguilera, especialista en emergentología y director médico de Vittal-. Si bien no hay registro exacto de dónde sucedió el accidente, por el detalle reportado se confirma que los recreos, en primer lugar, y las clases de gimnasia, después, son los ámbitos más usuales.»

Los directivos de las escuelas consultadas consideran que estos momentos de recreación son imprescindibles para que los niños se distraigan, conversen, tomen la merienda y jueguen de manera libre, sin consignas establecidas. «Pero como todo espacio y tiempo de libertad requieren del límite del adulto que los ayude a aprovecharlos sin sufrir una consecuencia que los perjudique», dice Diana Capomagi, asesora pedagógica de la Red Vaneduc. En consecuencia, tanto Capomagi como el resto de los directivos indagados aseguran que cuando se detecta una situación que puede ser peligrosa, hay que intervenir de inmediato.

Ante tal panorama, y como una estrategia para disminuir este tipo de episodios, Miriam Nocciolino, directora de la escuela de educación primaria Malvinas Argentinas, en Beccar, que depende de la Municipalidad de San Isidro, realizó una encuesta dirigida a sus alumnos y docentes donde se les preguntaba qué tipo de juegos les gustaría tener en la escuela para disfrutar de los momentos libres.

Según cuenta Nocciolino, tenía un doble objetivo. «Por un lado, queríamos evitar los accidentes, pero también ofrecerles a los chicos un plus para sus momentos de recreación. La participación fue todo un éxito y como resultado se armó un proyecto con 11 estaciones de juego. Además, para que todos pudieran disfrutar de la nueva propuesta repensamos los horarios en los que cada grado tomaba el recreo y los agrupamos por edades».

Fuente: Diario La Nación.     

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