Gracias a la construcción permanente y conjunta de una base de datos georreferenciados, el proyecto abierto y colaborativo OpenStreetMap tiene por objetivo mapear el mundo. Con más de 2.600.000 de colaboradores a nivel mundial, la plataforma de mapas digitales forma parte de numerosos proyectos sociales y educativos, trascendiendo «las fronteras» del software privativo.

Utilizados por viajeros, navegantes y exploradores desde hace cientos de años, los mapas están presentes en nuestra vida cotidiana, en las formas más variadas: como una mapoteca escolar, en el GPS de un automóvil o en la aplicación de un teléfono celular, entre otras.

Y, en pleno auge de las TIC, el desarrollo de los mapas digitales puede ayudar a la multiplicación de sus posibilidades.

«OpenStreetMap (OSM) se usa en muchos proyectos. Ya que no solo permite “dibujar” un mapa, sino que al mismo tiempo se relevan datos de un lugar o un elemento existente. Además, los datos —al ser abiertos— permiten su reutilización sin restricciones», explica Gonzalo Pérez, integrante de OSM Argentina.

Esta base de datos abiertos georreferenciados dispone de muchas fortalezas:

– Cualquiera puede participar: no hay que ser un experto en la materia. Basta con tener ganas de aprender y saber usar —mínimamente— un GPS. Existen guías para principiantes en castellano y en otros idiomas.

– Licencia abierta: los datos se pueden copiar, modificar y reutilizar.

– Su comunidad: a través de foros, wikis y redes sociales, el contacto entre los miembros es fluido e igualitario.

– Impacto social y cultural: contribuye al enriquecimiento y la difusión de la cultura libre, a la par que colabora en diversos proyectos solidarios.

– Posibilidades de aprender: en el «hacer haciendo», con los otros.

Fuente: OpenStreetMap.