Cuando hablamos del ciclo del agua, señalando sus diferentes etapas, parecería que hablamos de un recurso renovable, ya que se trata siempre de la misma agua que cambia de estado en el curso del ciclo. Sin embargo, podemos pensar que el ciclo del agua así representado está incompleto.

Debemos proponernos crear un espacio para la reflexión sobre la incidencia de las actividades del hombre sobre el ciclo de renovación de un recurso esencial: el agua. El agua participa de todos los procesos productivos, y atraviesa toda nuestra vida diaria. Esto implica una gran demanda de agua, que debe ser extraída de sus fuentes, potabilizada, utilizada, y luego, después de un tratamiento de depuración, devuelta a su curso. La irrupción del hombre dentro del ciclo del agua introduce ciertas variables, que tienen que ver con la capacidad de renovación del agua. Esto dependerá de si la cantidad de agua captada para el uso humano excede la capacidad de reposición dentro del ciclo hidrológico, o si la supera, generando un desequilibrio y escasez del recurso. Por otro lado, la utilización del agua supone ciertos riesgos para la calidad de la misma, debido a la posibilidad de la contaminación de las fuentes de agua.

A este ciclo más completo del agua se lo denomina ciclo integrado del agua, y permite ampliar el panorama para estudiar las problemáticas ambientales actuales.