Día Mundial de la Higiene: El sistema inmunitario
Biología, Salud y Prevención | 31 agosto, 2019¿Qué defensas tiene nuestro organismo para prevenir las enfermedades? En el Día de la Higiene, miremos esto de más cerca, y promovamos hábitos de higiene que ayuden a nuestro cuerpo a garantizar nuestra salud.
Nuestro organismo se encuentra expuesto a una serie de microorganismos patógenos, que buscan prosperar en el cuerpo humano: virus, bacterias, hongos y protistas, intentan instalarse en nosotros produciendo daño e incluso la muerte. Los invasores intentan alcanzar los tejidos y multiplicarse, luego se manifiesta la enfermedad. En algunas ocasiones el microorganismo produce toxinas: sustancias químicas que provocan directamente el daño.
Sin embargo, nuestro cuerpo se defiende con su sistema inmunológico o inmunitario y, en la mayoría de los casos, gana la batalla por medio de sus barreras defensivas.
Nuestro sistema de defensa posee tres tipos diferentes de barreras defensivas, que actúan una a continuación de la otra.
La barrera primaria intenta limitar el ingreso de muchos organismos extraños sin distinción, es por eso que se la considera inespecífica. La piel y las mucosas son las barreras primarias más conocidas, pero también conforman esta barrera los pelos de la nariz, las mucosas de los tractos respiratorios y digestivos, el jugo gástrico, las lágrimas, la saliva y el sudor, entre otras.
Las barreras secundarias también pertenecen a la inmunidad no específica, y se activan cuando fallan las barreras primarias. Las células cercanas a la herida liberan histamina, que produce inflamación, incrementando el flujo sanguíneo y la permeabilidad de los capilares, concentrando así macrófagos (glóbulos blancos especializados en fagocitar), que buscan eliminar cuerpos extraños. Se liberan también proteínas especiales: los interferones, que modifican las membranas de las células para evitar que puedan ser infectadas por virus.
Las barreras terciarias forman la inmunidad específica, ya que actúan según las características del agente invasor, utilizando los linfocitos (un tipo de glóbulos blancos) que producen las células B y T. Actúan diferenciando las células propias de los agentes invasores.
Las células B poseen anticuerpos que se activan ante la presencia de determinados antígenos (molécula extraña al organismo y que tiene la capacidad de estimular la formación de anticuerpos) y formar así las células B plasmáticas, que producen, a su vez, más anticuerpos para contrarrestar el antígeno. Las células B de memoria, por otro lado, continúan produciendo anticuerpos aún después de terminada la enfermedad, para garantizar una inmunidad futura.
Los linfocitos T, por su parte, pueden ser de cuatro tipos:
- Citotóxicas, que destruyen células tumorales e infectadas por virus.
- Cooperadoras, que se reproducen ante la presencia de antígenos.
- Supresoras, que detienen el ataque del sistema inmunitario cuando finaliza la enfermedad.
- De memoria, que producen inmunidad de forma prolongada.