Asamblea del Año XIII: Nuestro himno nacional… ¡completo!
Historia, Derecho y Ciudadanía | 25 enero, 2019Una de las principales medidas adoptadas por la Asamblea del Año XIII fue encargar la composición de la canción patria, que representaría a la joven nación ante los estados de todo el mundo.
El himno nacional -compuesto por Vicente López y Planes junto a Blas Parera- fue aprobado por la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII por medio de este decreto:
«Hemos recibido con fecha de ayer la soberana declaración que sigue: La A.G.C. (Asamblea General Constituyente) de las Provincias Unidas del Río de la Plata ha expedido el decreto siguiente: Aprobada por esta A. G. la canción que por comisión de este Soberano cuerpo en 6 de marzo último ha trabajado el diputado López; téngase por la única marcha nacional, debiendo por lo mismo ser la que se cante en todos los actos públicos, y acompáñese en copia certificada al S. P. E. (Supremo Poder Ejecutivo) al efecto. Lo tendrá entendido el S.P.E. para la debida observación y cumplimiento. Buenos Aires, 11 de mayo de 1813. Fdo. Juan Larrea. Presidente de turno. Hipólito Vieytes. Secretario».
El decreto tiene fecha del 11 de mayo, aunque la aprobación de la Canción Patria tuvo lugar el día anterior; en la sesión del martes 10 de mayo de 1813, ya que el miércoles 11 el Cuerpo no sesionó.
Todos conocemos cuál es la versión que entonamos actualmente e, incluso, algunas recientes adaptaciones que se le efectúan dependiendo del acto o hecho conmemorativo en que se interprete. Sin embargo, son pocos los que saben que la letra original del himno, escrita por Vicente López y Planes, es considerablemente más extensa. A continuación, la composición de 1813:
¡Oíd, mortales!, el grito sagrado:
¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas
ved en trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación
coronada su sien de laureles
y a sus plantas rendido un león.
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
la grandeza se anida en sus pechos
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.
Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel.
Su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre Méjico y Quito
arrojarse con saña tenaz,
y cuál lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
A vosotros se atreve, argentinos
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.
El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo león.
San José, San Lorenzo, Suipacha.
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental,
son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.
La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio;
sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la Libertad,
y sobre alas de gloria alza el Pueblo
trono digno a su gran Majestad.
Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñando
les repite: ¡Mortales, oíd!
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al gran Pueblo Argentino, salud!
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
(Se canta después de cada estrofa)