La producción de energía es un servicio indispensable para el sostenimiento del estilo de vida del ser humano en la actualidad. Sin embargo, incluso más trascendente es que ese circuito no sea dañino para el medioambiente ni ponga en riesgo los recursos que las futuras generaciones deberán aprender a potenciar de forma sustentable.

Principalmente conocida como una fecha para honrar a los enamorados, el 14 de febrero abriga una segunda celebración: se trata del Día Mundial de la Energía. La jornada se instituyó con el objetivo de reconocer la importancia que representa la Energía para nuestra vida diaria, promover el uso de fuentes renovables y disminuir la utilización de las generadas mediante combustibles fósiles, como el carbón o el petróleo.

La energía se ha convertido en un servicio esencial para nuestra cotidianidad: la luz que resplandece en nuestros hogares y exteriores, el calentamiento y refrigeración de nuestras casas, el transporte de personas y mercancías, la obtención de alimento y su preparación, son sólo algunas de las actividades que dependen de su producción y abastecimiento.

Según datos provistos por la Organización de Naciones Unidas (ONU), los índices de energía térmica todavía oscilan alrededor del 80 por ciento, promedio que debe descender apremiantemente durante los próximos años con el propósito de detener el vaciamiento de recursos naturales del planeta y promover fuentes de producción renovables y no dañinas.