Hoy, recordamos entre todos el genocidio armenio, para fomentar la construcción de un futuro más tolerante, responsable y solidario.

El genocidio armenio fue uno de los más atroces de la historia mundial, con más de 1.500.000 personas asesinadas bajo el Imperio otomano. Antes de la Primera Guerra Mundial, 2 millones de armenios vivían en Armenia Occidental, bajo el dominio del Imperio otomano.

A finales del siglo XIX, los jóvenes armenios comenzaron a demandar reformas políticas y una mayor independencia del Imperio. Sin embargo, a causa del carácter estratégico de la región, que se encuentra en el cruce de rutas comerciales entre occidente y oriente, esta demanda no se cumplió, y se reprimió todo intento de protesta. Entre 1894 y 1897, fueron asesinados, en respuesta, más de 200 mil armenios, y en 1909, otros 30 mil.

Sin embargo, fue al finalizar la Primera Guerra Mundial cuando tuvo lugar el genocidio. El desmembramiento del Imperio otomano generó una serie de conflictos territoriales, y el reciente Estado de Turquía responsabilizó a los armenios de pérdidas de territorios. La población armenia fue expulsada al desierto sirio y fue sistemáticamente asesinada a partir de 1915.

La memoria de estos acontecimientos es imprescindible para evitar nuevos sucesos que atenten contra la supervivencia, la integridad y la dignidad de los pueblos. Respetar las diferencias culturales es un primer paso en la construcción de un futuro más tolerante y responsable.