Es indispensable generar espacios de reflexión para fomentar la educación ambiental, y para el surgimiento de ideas tendientes, desde el lugar de cada uno, a contribuir a la protección del medioambiente y evitar el avance de los efectos nocivos de las actividades del hombre, tales como la contaminación y calentamiento global.

En busca de ese equilibrio, podemos pensar en la importancia de las actitudes conscientes de reducir, reutilizar, reciclar. Estas “tres erres” implican un cambio de paradigma cultural y de las pautas de consumo, concientizando el impacto ambiental que estas prácticas conllevan. Además, pensando en el cambio climático, podemos hablar de hábitos que reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero: caminar más, usar menos el auto; reducir cuando es posible el uso de energía, entre muchas más.

¿Qué otras prácticas son útiles en este sentido? ¿Cómo podemos promoverlas?

Algunas líneas de acción son:

• Ahorrar agua cuando nos cepillamos los dientes, nos bañamos, cocinamos, lavamos los platos o el auto, y controlando que no haya goteras o pérdidas que desperdicien agua.
• Ahorrar energía, apagando luces innecesarias, utilizando los electrodomésticos lo menos posible.
• Evitar contaminar el aire, utilizando poco los aires acondicionados, por ejemplo.

Hay muchas más actitudes que podés adoptar, siempre teniendo en cuenta que comprometerse a cuidar el medioambiente implica un cambio radical en las formas de vida que estamos acostumbrados a llevar, sobre todo porque implica reducir el consumo y optar por un desarrollo sustentable. Estas medidas deben ser tomadas no sólo individualmente, sino también colectivamente, y es por eso que es importante ¡hacer correr la voz!