Aunque pueda parecer una exageración, los estudios elaborados en torno a los beneficios de una ingesta cuidadosa y lenta de alimentos demuestran que, incluso, afecta nuestro estado anímico durante el día, acentuando el optimismo y la ausencia de estrés.

Las cifras resultantes de las pruebas evidencian que las personas que comen rápido pueden llegar a tener un 115% más de probabilidades de ser obesas, en comparación con las más lentas. En ese sentido, se examinaron los cambios de peso de 529 hombres en un período de ocho años. Los que habían llevado estilo de vida centrados en comer a velocidad ganaron dos veces más de peso que aquellas personas que durante este tiempo lo habían hecho de forma más cuidadosa.

Se resolvió que comer despacio es tan relevante para el organismo que repercute en los siguientes factores:

• Aumenta el disfrute por la comida.
• Mejora la digestión.
• Ayuda a absorber mejor los nutrientes.
• Mejora la salud de los dientes.
• Te hace tener más control y sentirte más tranquilo.
• Reduce el estrés.