Desde pequeños creemos que los colores de nuestra bandera están inspirados en tonalidades que el propio Manuel Belgrano adoptó al contemplar el cielo: el celeste del firmamento y el blanco impoluto de las nubes. Sin embargo, puede que la realidad tome distancia de esa versión tan difundida entre los argentinos.

Lo cierto es que el origen de los colores representativos es motivo de debate y múltiples argumentaciones: como dijimos, algunos aseguran que se inspiró en el cielo, en tanto que varios historiadores argumentan que fueron incorporados de las distinciones de la Casa Borbónica de Carlos III. En tanto que una tercera teoría sostiene que fueron sustraídos por el prócer de los tonos del manto de la Inmaculada Concepción de la Virgen de Luján.

Al margen de las certezas y dudas de cada explicación, lo más probable es que Belgrano haya tenido en cuenta las tres fuentes de inspiración para otorgar a la máxima insignia argentina sus ya tradicioales colores celeste y blanco.