Día Mundial del Consumo Sustentable: La huella de la conectividad
Ecología, Tecnología | 14 octubre, 2019En ningún otro momento de la historia, la humanidad gozó de tantos servicios de conexión a su disposición. La exponencial reproducción de las nuevas tecnologías vinculadas al servicio de mensajería en línea y las telecomunicaciones han abierto un espectro casi infinito de oportunidades de acceso y difusión. Pero, hay una cuenta pendiente… ¿cómo se reciclan las nuevas tecnologías; y quiénes lo hacen?
Desde hace años que las Naciones Unidas no deja de alertar sobre los riesgos que supone una mala gestión de esta clase de basura, incluyendo la intoxicación de suelos y napas acuíferas hasta la explotación ingente de minas en busca de los minerales necesarios para su diseño y fabricación.
En ese sentido, Greenpeace advierte que uno de los tratamientos más frecuentes de la basura electrónica es su exportación a países en vías de desarrollo. Mientras algunas de sus piezas son recuperables y evitan su extracción en las minas, como es el caso del oro, la plata el cobre, el paladio o el indio, otras de sus partes requieren un reciclaje muy complejo.
En el caso de las baterías, uno de los componentes más peligrosos, se llevan a cabo procesos mecánicos y químicos, que obligan a añadir ácidos y reactivos para evitar la contaminación al tiempo que se obtienen otros productos. Aunque son millones los aparatos que ni siquiera tienen la oportunidad de llegar a estas plantas especializadas. Sin embargo, el porcentaje de reciclaje correcto de la e-basura total no supera el 10 por ciento.
Incluso las tecnologías de la información virtuales, como motores de búsqueda y portales de redirección internacional, producen emisiones de carbono durante la totalidad de su ciclo de vida, debido a la energía que requieren para funcionar en tiempo y forma mediante bancos de datos diseminados por todo el planeta.
Realizar dos búsquedas en el sitio de internet Google «produce tanto dióxido de carbono (CO2) como calentar agua para preparar un café instantáneo», según asegura Alex Wissner-Gross, investigador de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.