Bicentenario: Un festejo sin feriado
Historia | 27 abril, 2016Estamos acostumbrados a celebrar nuestra independencia el 9 de julio. Incluso sabemos que en los días previos se organizan actos en los colegios y que en la fecha rige un feriado nacional. Sin embargo, no siempre fue así.
El 6 de julio de 1826, el presidente Bernardino Rivadavia dispuso que el 9 de julio se conmemorara conjuntamente al 25 de mayo, ya que consideraba que “la repetición de estas fiestas irroga perjuicios de consideración al comercio e industria”. Fue Juan Manuel de Rosas quien, en vísperas del vigésimo aniversario de la Declaración de la Independencia, resolvió mediante un decreto –promulgado el 11 de junio de 1835- que la celebración del 9 de julio debía efectuarse desdobladamente, bajo las mismas honras que el 25 de mayo. Los artículos que compusieron dicho decreto oficial fueron los siguientes:
Art. 1º- En lo sucesivo el 9 de julio será reputado como festivo de ambos preceptos, del mismo modo que el 25 de mayo; y se celebrará en aquel misa solemne con Tedeum en acción de gracias al ser Supremo por los favores que nos ha dispensado en el sostén y defensa de nuestra independencia política, en la que fuese posible, el muy Reverendo Obispo Diocesano, pronunciándose un sermón análogo a este memorable día.
Art. 2º- En la víspera y el mismo día 9 de julio, se iluminará la ciudad, la Casa de Gobierno y demás edificios públicos, haciéndose tres salvas en la Fortaleza y buques del Estado, según costumbre.