El Día Nacional del Tango se festeja en honor a Carlos Gardel y Julio de Caro, dos figuras representativas del género.

Originalmente, en América se denominaban “tangos” a los lugares para bailar y cantar en los cuales se reunía la población negra. El tango era, entonces, el “baile de negros”, o de gente humilde.

El tango es el resultado de una fusión de géneros e influencias que tuvo lugar en la Argentina en las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando se dieron las oleadas de inmigración que transformaron los espacios urbanos y los escenarios culturales de nuestro país. El tango es un híbrido, y se vincula, en sus orígenes, con la cultura gauchesca, la hispana, la africana y la italiana.

El tango es un excelente ejemplo de la configuración heterogénea de los elementos culturales. Si el tango es lo que nos representa como “nosotros, argentinos”, ¿cómo se da la relación de ese “nosotros” con todas las otras culturas que atraviesan su construcción? Pensar en el origen y en la diversidad de las influencias de la tradición nacional es un camino para desnaturalizar esencialismos y pensar en otra forma de vincularnos con los otros, desde el respeto, el diálogo y el interés por la riqueza de los encuentros.

Por eso, en el Día del Tango, ¡bailemos al son de la fusión cultural!