Cada 12 de agosto celebramos la Reconquista de Buenos Aires, amenazada a principios del siglo XIX por tropas inglesas que anhelaban controlar los circuitos comerciales que se reproducían alrededor de los puertos del Río de la Plata.

Los ejércitos británicos desembarcaron en Quilmes el 25 de junio de 1806: su escuadra de barcos era comandado por Sir Home Popham, mientras que las tropas de tierra, que superaban los 1.500 hombres, eran liderados por el general William Carr Beresford. Este movimiento fue el corolario de la intención de la Corona por convertirse en eje de los mercados nacientes de América del Sur.

La conquista de la Ciudad de Buenos Aires sólo demoró dos días, y se sostuvo durante 46. La defensa y reconquista estuvo a cargo del capitán de fragata Santiago de Liniers, quien desde la Banda Oriental organizó las milicias que recuperarían el terreno invadido. El 12 de agosto, las tropas criollas avanzaron a través de las actuales calles San Martín y Reconquista hasta obligar al retroceso de los regimientos británicos, que, finalmente, debieron rendirse y entregar sus armas.

La participación popular en la reconquista de la Ciudad y la notoria incapacidad española para defender sus colonias en América del Sur se tradujeron en el punto de partida para la posterior Revolución de Mayo. Los primeros vientos de independencia empezaban a sacudirse el yugo extranjero.