El combate que se lleva adelante diariamente contra el VIH en todo el mundo no se detiene, únicamente, en intentar frenar  y eventualmente poner punto final a la pandemia, sino también en contrarrestar los efectos discriminatorios que suscita la enfermedad en las comunidades.

En Argentina, por ejemplo, son 6.500 casos que se detectan cada año, y el grupo con mayor crecimiento en la última década es el de los varones de entre 15 y 29 años. A su vez, es la primera vez en 16 años -desde que comenzó la vigilancia epidemiológica del VIH en el país- que por cada dos hombres con el virus hay una mujer que contrae la infección.

En este marco de “masculinización” de la enfermedad, las relaciones sexuales sin preservativo continúan siendo la principal vía de transmisión del VIH, con apenas un 2 % de casos adquiridos por transmisión vertical (madre a hijo) y consumo de drogas inyectables.