Hace unos 10.000 años, cuando el hombre empezó a desarrollar la agricultura, comenzó también la domesticación de los mamíferos. Los perros fueron sin duda los primeros en ser domesticados. El perro es una especie que deriva de los lobos y es sumamente adaptable y muy plástica a nivel genético.

Los gatos, por el contrario son menos variables genéticamente, y también son menos sociables. Se cree que derivan de una raza africana más salvaje que la de los perros y, en la actualidad, es posible encontrar gatos salvajes en ciertas regiones de Europa, Asia y África.

La domesticación del ganado seguramente se produjo más tarde y los animales de carga fueron amansados en diferentes zonas por tribus nómadas. Algunas especies domésticas ya no existen en estado silvestre, como el dromedario, la alpaca y la llama.

Los animales domésticos se reproducen en cautiverio y son totalmente dependientes del hombre. Sin embargo, no todos los animales salvajes son buenos candidatos a ser “domesticados”. El elefante no ha sido nunca realmente domesticado porque nunca se reprodujo en cautividad. Los renos del norte de Escandinavia también comparten estas características con los elefantes: pueden realizar ciertas tareas en dependencia con el hombre, pero viven fundamentalmente en estado silvestre.

Por otro lado, en ciertos casos, la actividad de los mamíferos puede interferir con la actividad humana. Muchas especies de roedores son consideradas plagas en cultivos y otras pueden transmitir enfermedades. En otros casos, la situación fue al revés: la acción humana perjudicó la vida de ciertas especies, llevándolas a la extinción o al borde de la desaparición como los antílopes o las ballenas.